Foto: cortesía de lachicadelgorro
Uno de los parques nacionales más
cercanos (y hermosos) a la Ciudad de México, que curiosamente… de desierto no
tiene nada, ni tampoco hay leones, se trata de la historia de los antiguos
propietarios a quienes debe su nombre.
Pasar un domingo en familia en éste lugar, es un verdadero placer, pues
ofrece atractivos naturales únicos, se pueden realizar días de campo,
excursiones y caminatas. Eso sí, con
mucho cuidado si no somos tan expertos.
Pero si lo tuyo no es hacer una
parrillada, hay varios puestecitos donde las señoras (o las señitos) venden los tradicionales
tlacoyos, quesadillas, gorditas y un delicioso café de olla que se antoja y cae
muy bien, pues el clima es frío, así que llévate una buena chamarra...
Un dato curioso de éste lugar, es
que está considerada como la zona protegida más antigua de México, porque en
1876 se declaró como reserva forestal para proteger a su fauna, y porque capta
el agua de lluvia.
Pero si no te gusta caminar, y lo
tuyo es la onda cultural, aquí puedes visitar un monasterio que perteneció a la
orden del Carmen, por allá del siglo XVII, y no olvides visitar su sótano, (déjame decirte que no tiene nadita de
luz), así que ármate de valor y de una buena linterna, o tus amigos te
agarrarán en curva y te pueden dar un buen susto, que no necesariamente, es del
más allá.
Pero si además de fantasmas viste en el convento, !al menos que se vean lindos! con éste caleidoscopio, no será tan macabra la imagen...
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