martes, 15 de octubre de 2013

UN SABOR (A Y PARA) TODA MADRE

¿A quièn no le gusta, de vez en cuando un rico y delicioso alipuz? .Quizà uno de los primero que degustamos en nuestra vida, fuè el rompope, sì, èse de color amarillo  y a veces, un poco “pegador”. Pero no solamente lo podemos saborear en copitas después de una rica comida, también se usa en postres, galletas, paletas, nieves, pasteles… ¡Ya se me hizo agua la boca!.
 
Esta bebida espirituosa, nació en los conventos durante la época virreinal, siendo las monjas clarisas las que recibìan a las autoridades del gobierno y eclesiásticas de la época. Para agasajarlos, hacían sus mejores platillos y bebidas; entre ellas el rompope, pero las pobres monjitas no lo probaban, sòlo se ofrecía a las visitas. Y le debemos a una mestiza de nombre Eduviges quien memorizò la receta y luego se las arregò (¿còmo le habrá hecho?) para que también las monjitas pudieran tomarse un rompopito de vez en cuando.
 
El sabor del rompope poco a poco fuè mejorando, y fuè tan bien aceptado entre las familias de las monjas, que se les ocurrió hacer negocio y venderlo; logrando asì un buen sustento para los conventos. Y aunque la receta original no es propiamente mexicana, en su proceso de mestizaje se le agregaron ingredientes que han mejorado considerablemente su sabor. Hay quienes afirman que el rompope nació en la casa del artesano colimense Pedro Gonzàlez, y que luego pasò a Puebla, pero… sea como fuere, hoy en dìa podemos darnos el gusto de decir “salud”. Foto: tripadvisor
 
 

 
No te quedes con las ganas de decir ¡salud! de una manera muy tìpica. Este arcòn contiene todo lo necesario
 
 

 
El sabor de tus reuniones tendrà un toque ùnico si sirves tu rompope u otras bebidas en èstos lindos vasitos tequileros.
 
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